Blogia
M ä r U

Historias

Lágrimas Congeladas

“…salí de casa sola tras un miércoles ajetreado, tenía mil ideas en la cabeza, mil proyectos, mil libros que estudiar y ni una sola gota de fuerza. Cogí un taxi, pagué bastante dinero, llegué al aeropuerto y pedí un billete para el próximo vuelo a Londres, esperé varias horas… al día siguiente amanecía en Inglaterra. Cogí un tren y me dispuse a viajar al sur, cerca del mar. Pronto pude sentarme ahí, al lado del océano y mirar al horizonte; hacía frío y mucho viento, la gente no estaba por las calles y las nubes colapsaban los rayos de sol. Todo era precioso, las luces del muelle se encendían y la noche iba cayendo. Por la playa tan solo paseaban, a lo lejos, una pareja de ancianos con su perro. Me alegré de que estuvieran a larga distancia, una razón es que los perros me dan pánico, la otra razón es que no quería que nadie me viese llorar…
No le había dicho ni a mis amigos ni a mi familia dónde estaba, mi móvil dentro de la maleta con la batería agotada, y yo sin intenciones de dar una señal de vida. Pero lo pensé mejor… quizá ahora estarían preocupados, la empatía me invadió y me dirigí a un cibercafé que estaba asombrosamente abierto, con la intención de conectarme al Messenger. No pensaba hablar con nadie, pero en mi nick se podía leer el nombre que figura en mi DNI completo entre signos de interrogación, y junto a él ‘…no me busquéis, lo hago yo por vosotros’
Sabía que mi vida dependía demasiado de la rutina que llevaba… realmente no sabía en ese momento lo que significaba irse sin dejar rastro, dejar las clases, abandonar el estudio, abandonar mis promesas nunca dichas… No estaba tan mal tampoco, mi vida era muy fácil, ‘si estudias todo lo demás viene rodando’, entonces ¿por qué huir?
Quizá, a medida que veía que esos sueños que me impusieron tener desde pequeña empezaban a llevarse a cabo a través de la elección de asignaturas optativas, a través del paso del tiempo y ver como tu cabeza se llena de salidas de carreras, asignaturas, facultades, amigos que empiezan y acaban cursos, y preguntas constantes sobre qué quieres estudiar… quizá a medida que veía mi futuro más cerca, más lejos quería yo irme de él, cambiarlo por algo inesperado, algo que condicionará si en el 2020 estaré debajo del puente, o viviendo en la mansión más lujosa del centro de Nueva York.
La noche iba cayendo y cada vez hacía más frío, mis lágrimas parecía que iban a congelarse de un momento a otro, lágrimas congeladas… Lloraba porque no sabía qué le estaba ocurriendo a mi mundo, lloraba porque cierta vez escribí algo que ha tenido más relevancia de la prevista en mi forma de ser. Porque me doy cuenta de cosas que no me gustaría saber, pero que una vez que las sé… no puedo deshacerme de ellas. Tengo que usarlas para así cambiar algo de mi destino, y porqué no, del mundo. Ahora que ya sabía eso, no podía quedarme de brazos cruzados, seguir yendo a clase, estudiar, hacer exámenes… como si no pasara nada, pasando por alto algo en lo que creo firmemente y que me desvela por las noches. Sabía que tarde o temprano, y después haber hecho la vista gorda ante muchas noches en vela, mi pasado carecería de sentido… mi vida… todo lo que hubiese hecho en caso de que no girase ya, ahora que lo sabía, el volante de ese vehículo que en línea recta me dirige hacia mi destino...

Esa era la razón de mi huída. A pesar de mi gusto por aprender, sigo inmersa en una corriente rápida y con un único final común, en la que puedo elegir ir en zigzag, haciendo eses o en línea recta… pero no puedo elegir nada más.
Irme sin avisar, sin decir nada… cambiarlo todo ahora. No sabía como, no sabía qué hacer. ¿Qué tiene de malo ser mendigo? Me preguntaba mientras veía a un hombre dormir bajo el toldo de una tienda de chucherías. ¿O qué tiene de malo viajar errante de sitio en sitio sin destino fijo tal cual hacía el personaje de Leonardo Di Caprio en Titanic?

Me voy al hotel, hace demasiado frío y necesito secarme las lágrimas, lágrimas congeladas en el tiempo… lágrimas para recordar. Mañana será otro día, otro día en la intimidad, en la libertad de poder decidir. Ahora puedo elegir, haga lo que haga no me voy a equivocar, pero no sé lo que quiero. Estoy en un lugar precioso, la ventana tiene vistas al mar… es todo muy grande, muy amplio. Da vértigo… Tengo toda la inmensidad del mar ante mí y nadie impidiéndome nada. ¿Qué tiene esa rutina de especial? He huido de ella, estoy muy lejos, nadie a mi alrededor ¿No tengo sentimientos? Es posible que me ciegue el ansia de aventura. No tengo nada que olvidar, pero tampoco nada atándome fuerte realmente…

Me voy a dormir, no sin antes despedirme de la luna, esta noche no me desvelará el hecho de que sigo la corriente… esta noche solamente me desvelarán las dudas sobre mis propios límites.”

Metafora

Como aquella ventana, abierta de par en par, y sin embargo sin dejar pasar luz a la habitación. Un paisaje nocturno se mostraba en el exterior, la eterna penumbra, la falta de esperanzas. Y la habitación se duerme, se esconde, se olvida, porque pierde la ilusión por volver a ser iluminada. Iluminación natural, es que las lámparas siempre fueron una falsa ilusión, porque siempre se funden las bombillas, siempre se apagan. Siempre te das cuenta de que no puedes vivir continuamente a base de reponer bombillas que estallan, que se funden. Porque pueden provocar un incencio y arrasar toda la habitación a su paso... La infinita oscuridad no deja de estar presente, ¿sombras o iluminación aparente? No sé... no sé... algún día volverá a amanecer, aunque siempre la oscuridad tiene su encanto, ¿aprender a vivir en tinieblas? ¿Aprender a vivir en la realidad? En mi habitación... en la habitación... tras la ventana... algún día el mundo comprenderá a todos los que se arrojan al vacío tratando de buscar la luz

Cuando el Vodka se convierte en sangre

Cuando el Vodka se convierte en sangre Mientras Sarah permanecía quieta en un rincón, asolada por un súbito mutismo surgido hacía apenas diez horas, un buen amigo suyo musitaba junto a ella disculpándose por no haber sido capaz de controlar la situación. Pedía perdón y suplicaba una palabra, una palabra de ánimo, un insulto, la voz misma del diablo gritándole hasta dejarle sordo, una palabra de disculpa, incluso cualquier palabra que designara un concepto alejado de lo que había ocurrido.
El silencio era incómodo, probablemente por esa habilidad que tiene el silencio de no ser silencio, de dejar al descubierto innumerables sonidos imperceptibles por la rutina humana… él tampoco sabía qué estaba ocurriendo, estaba tan desconcertado que el silencio se tornaba un molesto sonido de alarma, de alerta, una de esas melodías monofónicas de una sola nota, tan aguda que sobrepasa el límite de decibelios permitido.
Se sentía cual pecador condenado a la máxima tortura, arrepentido. Ese futuro que él había sentido como lejano y poco probable se había vuelto presente, su inconsciencia le estaba pasando factura, y su cuenta que ya estaba en números rojos no era capaz de cubrir todo ese gasto.
Tan perdido como la mirada de Sarah, que seguía callada mirando al vacío, arrinconada y encogida. No lloraba, esa angustia que sentía la impedía llorar, era mucho peor, mucho más profunda como para intentar desahogarse llorando, cualquier lágrima derramada supondría una pequeña posibilidad de deshidratarse, minúscula, pero lo era... había que añadir que Sarah no hacía ademán de querer alimentarse, llevaba sin probar bocado desde la cena del día anterior y no parecía dispuesta a interrumpir su ayuno, voluntario o no voluntario…
Mario, su amigo, no soportaba esa situación, ese silencio era el peor de todos los castigos, la pena máxima que le podían haber adjudicado. Ver a Sarah así le producía un dolor vital extremo, el peor que nunca había vivido, más aún sabiendo que todo era culpa suya, que si no hubiera cogido el coche en ese estado nada hubiera pasado ¿era él quien controlaba al destino o el destino era quien le controlaba a él? Nunca creyó en fuerzas externas que le dominaban, pero este hecho le hacía recapacitar, si él hubiera controlado su destino, nunca hubiera deseado vivir estos momentos, no hubiera dejado que ocurrieran. ¿Por qué no podía haberse mantenido quieto, sin coger el coche después de la cadena de Vodkas bebidos uno detrás de otro en esa fatídica fiesta? ¿Por qué tuvo que ir a esa fiesta? ¿Por qué con Sarah y Laura?
Ahora Laura estaba muerta, sería un consuelo saber que había muerto en un accidente de tráfico, pero no, él la había atropellado, lo recordaba perfectamente todo.
Salían de la fiesta, Sarah le dijo que no… que no cogiera el coche. Laura esperaba delante del vehículo a que llegaran, hablaba con unos amigos que acababa de encontrarse mientras se apoyaba en él. Mario insultó a Sarah y entró en el coche. Arrancó hasta que entraran ellas dos, lo hizo para encender la calefacción, el viento era gélido, la temperatura estaría bajo mínimos. Y sin darse cuenta, pisó el acelerador, no recuerda porqué, fue como si alguien controlara sus impulsos. Por supuesto que sabía quién era ese alguien, se llamaba Etanol…
¡Dios mío! Laura estaba inconsciente en el suelo, ante la atenta mirada de Sarah que no sabía que hacer, veía sangre, sentía miedo, sentía rabia, unas ganas terribles de matar a Mario. Por suerte una pareja de policías que se había acercado a controlar la situación actuó a tiempo para reducirla, había cogido la botella de Vodka e iba a estrellarla directamente contra la cabeza de Mario.
Eso es todo lo que Sarah recuerda de el momento… ahora está quieta, en estado de shock, ni ella ni Mario están bien. Mario no lo soporta más… y con la excusa de que va al baño se arroja por la ventana ciegamente. Sarah, que se da cuenta, es incapaz de salir de su mutismo y el límite tan grande que se la ha acumulado toca fondo y se desmaya… están en un hospital, enseguida acuden a socorrerla, pero el futuro no es mejor. Sarah termina ingresada con diagnóstico de neurosis en el hospital psiquiátrico local...

No pretendía finalizar así este artículo, pero ya que me había inspirado, plasmo aquí lo malo que es el alcohol, y lo mucho que nos empeñamos en abusar de él… ¡¡qué triste!!

Sol y Zeus

La luz tenue de aquel bar de copas formaba una atmósfera peculiar. Era un bar muy conocido, pero por razones desconocidas, aquel día estaba poco concurrido. Un grupo de niñas de trece años se comportaban en un rincón como si tuvieran veinticinco y en la otra punta había un par de hombres extraños y solitarios que bebían sin cesar vodka y fumaban, fumaban, fumaban... No era lo normal en un sábado cualquiera, pero tampoco preocupaba demasiado. Al cabo de dos minutos entró una chica, Sol, una chica que llamaba la atención por su soledad, pero a quien no parecía preocuparle ese aspecto, pidió un par de cubatas y un chupito de melocotón, y se quedó mirando apoyada en la pared la puerta de entrada. Desde su posición pudo ver... un grupo de chicos que entraban, y los cuales enseguida ficharon a las crías d trece años, todos... todos... menos uno que se quedó atrás.
Sol lo observaba, fijamente, sin pestañear, bebía de vez en cuando pero no dejab de mirar fijamente. Hasta que llegó el punto en que el chico, llamado Zeus, se cruzó con su mirada...

No se supo cómo ni porqué, se situaron a escasos centímetros uno del otro, como un imás, igual, un efecto asombroso, ilógico... precioso...
Desenfrenadamente, se besaron, ante la atónita mirada de las pocas personas que en aquél bar se encontraban, era increible, porque desaparecieron y entonces fue como estar solos en el bar, fue una sensación de soledad. Sol no conocía a ese chico, sabía que se llamaba Zeus porque lo vio en su pulsera. Lo demás la daba igual, solo quería saber su nombre para poder gritarlo cuando llegara al éxtasis comparable con la experiencia mística, sí... eso era lo que era. Y no lo puedo controlar.
Fueron al baño entre beso y mirada de fuego, y no se quitaron la ropa, no... era demasiado salvaje como para eso. Las crías de trece años escuchaban morbosamente los chillidos de Sol, las muy idiotas tanto ignoraban..., Entre Sol y Zeus... hubo puro fuego, morbo, y mucho, mucho alcohol...

prometo terminarlo, es que m tngo ke ir, ademas tng ke mejorarlo ke eso sta muy pobre y no he descrito bien "el momento", no me sale :S:S en fin, pues eso, y si podeis dadme ideas... ke no me sale escribir relatos eroticos, lo mas ke he hecho es lo de la puta triste...!!

La chica de las rosas

La chica de las rosas Nunca supe su verdadero origen o procedencia. Un día apareció sin más, mojada hasta los pulmones, callada como las tumbas. Vendía rosas, rosas negras. Ella estaba pálida como la cal, igual que si alguien hubiera absorbido toda su sangre y la hubiera sustituido por agua gélida, y su mirada se perdía entre las nuestras, rebuscando en nuestros más oscuros y tristes recuerdos. Nos atravesaba con miradas congeladas y vacías, sabía cómo mirarnos. Alguien de nosotros se acercó y le ofreció una moneda por un par de rosas, pero al parecer la chica sólo aceptaba palabras sinceras, y no le daba las rosas, porque no se la merecía, porque no las necesitaba. La chica empezó a deambular por el pasillo, ante la mirada de todos nosotros. Éramos unos veinte, y se empezó a detener para observarnos de arriba abajo, examinarnos y descubrirnos. No tardó en llegar a mí, y me enseñó una rosa muy cerca de los ojos,y luego la bajó hasta mi pecho donde mi corazón palpitaba frenéticamente. Era curioso porque a los demás sólo les había examinado superficialmente y conmigo se estaba entreteniendo sorprendentemente. Me miró a los ojos y quedé inconsciente, al menos eso me dijeron, aunque yo seguía percibiendo sensaciones. Todo era oscuro y gris, había muchas paredes de colores, pero todas estaban sucias. Había espejos, y veía mi reflejo, era curioso porque no era la imagen que acostumbraba a ver, veía una aperiencia exacta a la de la chica de las flores, triste, misteriosa. Yo no vestía mi ropa de colores habitual, sino un largo vestido negro decorado con flores negras. Tuve miedo, y empecé a correr porque no me gustaba esa pesadilla. Choqué contra alguien, y me hice daño, porque me pinché con algo. Era la chica, y me había pinchado con una de las flores... pensé que estaba muerta, porque no veía salir sangre del pinchazo. Finalmente, me puse a llorar, y una de las lágrimas hizo que brotara una gota de sangre... Y regresé, me abrazaron y me preguntaron. Supongo que me oían lo que decía, aunque no querían saberlo, y la verdad es que no les culpé por ello.
La chica de las rosas me hizo una visita esa noche en sueños, y me asusté, pero la escuché balbucear palabras, me hablaba, por primera vez la escuché hablar. Tenía una voz conocida... ¡era la mía! me decía curiosas frases complicadas y retorcidas pero con gran valor, con gran verdad... traducía en frases lo que me pasaba, me aclaraba mi pasado y mi vida, me ayudaba mostrándome la realidad de la que estuve huyendo tanto tiempo. Aunque yo gritaba hacia dentro y nadie me oía... la verdad es que esta chica me escuchó y por eso estba ahí, en mi sueño. Cuando se marchó me regaló una rosa preciosa, porque cambia de color. Puede ser negra, morada, violeta, rosa, granate, roja... depende de si esa chica está lejos o está cerca, cuando la rosa se vuelve oscura sé que quiere hacerme una visita. De vez en cuando me gusta verla, porque así luego cuando no está cerca me siento más fuerte, y cada vez que la rosa se vuelve negra, la siguiente vez que llega al rojo está aún más roja que la vez anterior... es curioso.
Las personas que estuvieron allí el día que apareció con la cesta llena de rosas aún aiguen con la incertidumbre de lo que ocurrió... pero ya les da lo mismo, porque todos viven igual día tras día, año tras año, vida tras vida...

King George

Tan sólo quedaban cuatro horas para emprender aquél viaje hacia la libertad de personalidad, y un par de cosas por resolver antes de marcharme. No pensaba dormir, porque quería pasar despierta la última noche en esta gris ciudad consciente de todo cuanto me rodea. Metí el último buen recuerdo dentro de aquella maleta verde y encendí el reproductor de mp3 con aquella canción de Dover recién descubierta. Miré por la ventana desde la que había saltado tantas veces en sueños y desde la que vi tantas veces el sol brillar en un cielo azul intenso. Y entonces sonó mi teléfono y la voz era lejana pero conocida, y me dijo que gracias por ser así y que quería que fuese feliz. Entonces contesé que gracias, que prometía intentarlo. Que era el primer día del resto de mi vida. Empezó a amanecer, y el sol parecía nuevo, las nubes se coloreaban de rosas y amarillos y el oscuro se alejaba borrosamente entre la luna y el sol. Y me vestí de colores para recoger al único eslabón que me conectaria con esta vida y del cual yo sería eslabón a su vez. Nos dirigimos al aeropuerto y entre facturación y retrasos conversamos tranquilamente sobre la vida y sobre el futuro. Conversamos sobre los poderes absolutos que nos dominan aunque parezcan inextistentes, y llegamos a la conclusión de que cada uno de nosotros éramos dulces melodías personificadas. Y cuando llegó el avión me sentí libre, mientras apagaba esta canción de Dover que daba banda sonora a éste comienzo tan peculiar, por esa prohibición de aparatos electrónicos en los aviones. Y entonces aterrizamos en esa tierra prometida, de colores, de sonrisas, y pronto comoncimos cosas nuevas, cosas alucinantes, una vida nueva, otras cosas, y fue cuando supimos que no podíamos morir sin vivir esta vida, sin cambiar, sin apostar...

Memoria de una puta triste

"...sólo me quedaba el dulce aroma de su corbata atada en mi cuello, recuerdo de esa noche como esclava de sus deseos. Fue una noche infinita, años de profesión y es triste encontrar que sólo uno de cada cincuenta clientes te trate como lo hizo él. No me llamó puta, a pesar de que había pagado por ello. Tampoco quiso destrozarme como lo hacen los demás. Me hizo sentir algo ahí dentro, además de lo ímplícito en el acto por supuesto. Me daba las gracias y me miraba, igual que un animal mira a una persona, igual que un niño abandonado emocionalmente que aunque nunca ha recibido amor, tiene todo el del mundo por dar. Y al mirarme derramaba lágrimas, y me besaba, y en esos momentos hubiera deseado ser alguien, para poder mantener una conversación, o ser alguien, para saber escucharle. Pero creo que me gritaba con la mirada que no hacía falta, que el simple hecho de que estuviera allí ya era un alivio momentáneo en la herida de su vida. Y cuando empezó a retirarme la indumentaria propia de las putas como yo, me preguntaba si era feliz, y yo no sabía qué contestar porque nunca me lo había preguntado, porque sólo conocía eso y mi vida era ser parte fugaz de la vida de otros. Y entonces me quedé en ropa interior, pero no me miró como un objeto, a lo cual estoy acostumbrada, me miró como antes, y él parecía sentirse aún más inferior, si volviera al ejemplo del animal, habría pasado de un perro abandonado a un ratón indefenso escondido en su agujero. Y él comenzó a llorar desconsoladamente y a pedir perdón mientras me miraba a los ojos y me sujetaba firmemente no recuerdo de dónde. Entonces dí mi primer beso. Mi primer beso de verdad, envuelto en lágrimas y con sabor a wishky escocés. Le dí la mano y empecé a besarle y a quererle como nunca antes a nadie... y al terminar, me dijo que se iba de la ciudad, me recomendó un par de libros, me dio un beso, una rosa llena de lágrimas y su corbata con olor a colonia francesa. Y ahí me quedé, en la cama del hotel, pensando si mis veinticinco años habían llegado a llenarse por fín. Cogí la rosa, me la metí en el sujetador y me tomé la caja de pastillas para dormir que me recomendó una compañera y entonces llegué aquí, donde curiosamente estaba él, esperándome para entrar en un paraíso etéreo..."

La nube

La nube Es una nube la que cruza el cielo gris de las últimas semanas... es una nube.

Una nube, o una condensación de gotas de vapor...
Una nube, o un enorme borrego descarriado...
Una nube, o lo opuesto de una llama...
Una nube, o el humo de una gran locomotora del siglo XIX...

Una nube que desaparece, una nube que reaparece, una nube que aumenta o que disminuye. Por la mañana es enorme, por la tarde se ha ido. Es como el algodón dulce. Y en la noche... la nube no es nube, la nube está ahi, pero su apariencia ha cambiado, la nube es oscura. No deja ver las estrellas, pero da lo mismo.

Una nube que es muchas cosas que son siempre lo mismo.

Todo está en la nube, que siempre será nube pero nunca aparecerá como tal.

Existe esa nube pero algún día lloverá, y la nube dejará de ser pero no de existir.

me gustan las nubes, son lo que quieren sin dejar de ser ellas mismas

La nube se aburre, y juega con la tormenta.
La nube está fría, y juega con el invierno.

La nube... qué coño! la nube es solo agua con muchas ilusiones ópticas... con mucha imaginación... --I´m a cloud--

sueño de una noche de agosto...

sueño de una noche de agosto... Sobra la presentación, no hay tiempo para hacerla.
Sólo sé que estoy perdida,
no sé cómo he llegado a este sitio,
no hay nadie más que yo y mi reflejo,
Siento unas lágrimas punzantes en la mejilla
y un dolor ahí dentro que me está desgarrando
cada trozo de célula viva.
Esto es una habitación de siete paredes
cada una con un espejo...
La osucuridad que aquí se encuentra y un suave
rayo de luz provocan que el ambiente sea tenebroso,
cada sombra que veo es la proyección de mi misma en un espejo.
Me doy miedo.
No sé si unir mi cuerpo a la pared,
no sé si percibir los espejos por medio del tacto
no sé qué pasaría.
Si pudiera encendería una vela,
lo hago.
La apago, el reflejo color ámbar en las paredes
me sobresalta y hace que el pulso se dispare
incontrolablemente.
de nuevo nos quedamos el rayo de luz y yo.
Escucho un susurro, parecido al del viento
cuando supera muchos kilómetros por hora.
No sé si es el viento
da igual, me hace compañía.
De repente todo se empieza a mover y los espejos
dejan ver a través de ellos algo.
No sé qué es, recuerda a una película
creo... que es 'más alla de los sueños'
no voy a pensar si el título es correcto.
Miro por el espejo,
todo es de colores naranjas,
el cielo es de un azul penetrante sin nubes.
Pero yo no puedo acceder a ese mundo,
me siento enjaulada en mi desesperación,
siento como si de mi cabeza saliera un grito que no sale
por mi garganta.
Esto empieza a dar vueltas,
la fuerza centrífuga o centrípeta,
o la que sea,
actúa sobre mí, y yo,
luchando contra ella salgo disparada.
Vuelo.
No, no vuelo, caigo con estilo...
Y finalmente choco contra agua,
no sé donde está ese mundo
estiy en medio del océano.
Pero puedo respirar en el agua.
hay tormenta, las nubes grises lo cubren todo
me cae un rayo que me transporta...
Esto parece no terminar,
este viaje,
este sueño.
No sé si quiero que termine,
estoy sumida en la mayor de las desesperaciones,
pero la curiosidad que me provoca saber
como y a donde voy a ir
me hace no querer despertar.
No hay nadie...
¿va siendo hora de despertar?
Despierto, pero el sueño sigue ahí, latente, eterno.

Life Song

Life Song Erase una vez... una bonita canción que surcaba el cielo con sus notas, una bonita canción que flotaba en el aire y que rozaba suavemente las orejas de la gente entrando el los oídos de aquellos que realmente nacesitaban sus acordes. Esa canción llevaba litros y litros de guitarra eléctrica y kilos de úna poderosa batería... aumentando su poder estaba una voz melódica y penetrante y una letra que dejaba una marca, una cicatriz tan profunda y tan dolorosa que su presencia era suficiente para permitir que la persona en la que se clavaba cambiara por completo su impresión del mundo, su impresión de la vida o su impresión sobre la de los demás... En esa canción había mucho más que acordes, mucho más que letras, y mucho más que la melodía más perfecta que nadie jamás pudiera haber compuesto. En esa canción se encontraba el destino de unos pocos elegidos que sabrían apreciar cuál es el sentido de cada cambio armónico, cada modulación, cada ritmo, cada intervalo, cada movimiento en el arte de sacar el sonído a una dulce cuerda... y esos elegidos no buscan nada más que el placer de tener dentro de sí mismos, traspasando el tímpano, sintiendo casi como se rompe y llegando hasta el cerebro, del mensaje de algo tan breve que dura dos, tres o cuatro minutos y que en tan poco tiempo puede hacer más cosas que cualquier droga, bebida o incluso que cualquier sueño.

Tormenta

Tormenta Ha pasado casi un año desde que nací por segunda vez. Desde que descubrí que el mundo no solo era lo que pensaba que era. Desde que descubrí que hay vida tras el horizonte y que no todo es como me decían.
Hoy ha sido uno de esos días en los que te ausentas del mundo, y eres feliz porque lo que te rodea lo has idealizado tanto que piensas que vives en otro sitio, en otro momento, pasado o futuro.
Hoy me he sentado en un banco, y he dejado las horas pasar observando cómo las gotas de lluvia caían a través de los cristales de mis gafas, dejando un suave olor a tormenta. Es ese olor tan dulce como un caramelo de menta, y tan vacío como la vida de los difuntos. Es un olor a pasado, a algo que no estás seguro de que realmente ocurrió, pero que inevitablemente está en tu mente. En ese olor se encontraban muchos recuerdos, en ese olor se encontraba aquél día de Julio en la costa de Inglaterra, cuando la felicidad y la alegría flotaban en el ambiente, y sin embargo el doloroso sentir del paso del tiempo te iba haciendo una herida por dentro, que ahora mismo estoy haciendo que vuelva a sangrar y que nunca cicatrizará. Ha parado de llover, pero el cielo promete más agua. No se oye nada excepto un trueno que suena a furia, que suena como ese sueño que persigo y que nadie quiere que consiga. Que me atormenta y por otro lado me da energía para continuar luchando. Es un trueno lleno de vida, la poca gente que veo por la calle huye asustada hacia sus casas... y me miran con compasión. Al levantarme del banco y caminar por las calles desiertas regresa a mi mente aquella calle de la urbanización inglesa, aquellos días cuando me despedía de la gente con quien estaba con la certeza de que les iba a volver a ver ocho horas más tarde. No se puede explicar de más maneras que es algo increible, no se puede expresar un sentimiento al que no sé poner pensamiento. No sé qué hacer, a dónde ir, me siento perdida. La rutina me apelmaza y la tormenta me resucita, la tormenta me evade de este cruel mundo. Siento como el sol va apareciendo y todo vuelve a ser como antes, no me gusta ver tanta gente, no me gusta ver tanta vida. No me gusta porque significa que ya no habrá tormenta, porque significa que ese fuego que surge cuando veo un rayo se está apagando. Porque la felicidad que siento al recordar tiempos pasados es muy difícil de sentir en otras condiciones. Estoy umbada en un gran campo de hierba, y con los ojos cerrados es como si oyera el mar mezclado con el sonido de las últimas lágrimas del cielo. Y no estoy sola, el espíritu del agua está conmigo, y la lejanía que me desborda se vuelve más cercana hasta regresar al mismo momento y al mismo lugar de mis sueños.
No, por favor, no te vayas, no me dejes sola. Me estás abandonando, me estás volviendo triste.
Lloro, grito, desespero, siento locura, siento amargura... y siento una profunda liberación.
Ha salido el sol, y otro sentimiento ha aparecido, es un sentimiento más presente y más futuro. Asusta, sí, pero confío en que algún día pueda volver a recordarlo durante una tormenta.

IGNORANCIA ABSURDA

Amanece en una gran ciudad.
Todo el mundo sale de su casa, va a trabajar
va a estudiar...
Es por la tarde,
alguien como otro cualquiera sale por las calles,
en ese mismo momento otro alguien cualquiera se sitúa en la misma calle, a escasos 30 metros.
Día siguiente: tras una larga jornada de trabajo
ambas personas como otras cualquiera salen a pasear
la primera está en una calle, la segunda en la paralela.
Dos semanas después: Una de ellas acude a un centro comercial,
la otra al cine que hay en el mismo.

y ellas nunca lo sabrán

suicida ignorante

suicida ignorante Las lágrimas resbalaban por la cara de Flax tras conocer la noticia del desgraciado accidente. -No se puede hacer nada...- Las palabras del doctor resonaban en su cabeza, una y otra vez, sin cesar. Estaba asustado, estaba bloqueado. La idea de que podía ser culpa suya le hacía tiritar de angustia, y aunque la gente a su alrededor le decía lo contrario, él sabía que podía haberlo evitado. *-¿quieres algo?-* No sabía responder, y el miedo que quizá podían tener los demás a presionarle demasiado no les hizo insistir en sus preguntas. Lo único que pesaba en este momento era en que su hermana estaba clínicamente muerta, y si él no la hubiera metido prisa para ir a buscarle a clase, si no la hubiera llamado por teléfono gritando porque aún no estaba alli... ella no hubiera acelerado tanto como para olvidarse de los semáforos.
Los pasillos del hospital, llenos de gente, aparecían vacíos para él. Al fondo una ventana abierta le hizo correr con la intención de lanzarse al vacío desde el sexto piso... *La vida dejó de tener sentido y simplemente disfrutó de la caída*
Al mismo tiempo, la policía descubre que el coche de Klaudya había sido manipulado, le habían cortado los frenos. Pero ya era demasiado tarde, ahora había que lamentar dos muertes.
Curiosamente Flax había sido humillado durante su clase, y a pesar de que era una persona fuerte no podía aguantar más con ese pesar.

† FLAX SMITH †
† KLAUDYA SMITH †

¿Por qué la gente no se da cuenta de que a veces someten a los demás al límite de sus ganas de vivir?
¿Y que a causa de eso, pueden llegar a provocar que a una situación estresante se le sume la idea de todo lo que le ha pasado anteriormente y... †?

Haunted Hell III

Haunted Hell III Todo estaba preparado, y con lágrimas difíciles de disimular partimos hacia el horizonte a bordo del Haunted Hell III No recuerdo cuantos éramos, siete, ocho nueve... no superabamos la decena. En seguida descubrimos que incomprensiblemente el amor flotaba en el ambiente, ¿cómo era posible? todo el mundo lo sabía, en aquella aventura los sentimientos no estaban admitidos; tras largas pruebas de selección los más insensibles del planeta habían sido seleccionados para participar en un proyecto nunca antes puesto en marcha. Sin embargo, se percibía que Alix y Trevor vivían unidos por algo para los demás incomprensible. Era de noche, la niebla era realmente espesa y no veíamos más alla de tres metros. Alix y Trevor se quedaron en popa cuando los demás nos introducimos en el sueño dentro de cada uno de nuestros camarotes. Comenzó a llover y a tronar, todos sabiamos qué pasaba en popa pero nos era indiferente. Todos sabiamos que dentro del mundo al que nos habían llevado no había sitio para el amor... Por la mañana, el cielo seguía oscuro pero no provocó ninguna reacción en nosotros, Alix y Trevor se encontraban bastante bien, y cuando ibamos a desayunar, una fuerza incomprensible nos llevó a mirar fijamente a Alix a los ojos, un chillido por detrás nos ensordeció. El Haunted Hell se movía muy rápido, el Haunted Hell volaba, las nubes no eran grises, eran negras. Veiamos cómo los ojos de Alix quemaban el ambiente y Trevor era atravesado por un rayo azul. No nos importaba, de hecho la sensación de peligro era algo agradable. No habíamos hablado los unos con los otros, no era miedo, era indiferencia, era desgana. Ese vínculo que unía a Alix y Trévor se había roto, desde entonces sus ojos no reflejan el color de ningún iris. Creo que busco la salida de este sitio, salgo a cubierta y las llamas recubren el exterior, navegamos sobre fuego. Lancé un grito de desesperanza y una burbuja me atrapó y me llevó lejos, muy lejos... allá donde nadie me conoce, básicamente porque no hay nadie. La telepatía adquirida por la fuerza sobrenatural del Haunted Hell III me dice que mis compañeros están en distintas situaciones incomprensibles... perdidos en un bosque... huyendo de un grupo de murciélagos que les persigue eternamente... quemandose para los restos... viviendo invertidamente su anterior vida... Cosas muy extrañas, pero qué no es extraño cuando te prohíben un sentimiento que afecta a otras personas y tú no haces caso, y no lo controlas... es que no tiene sentido, porque nada aquí tiene sentido. El Haunted Hell sería el último barco en el que viajé, y que ahora ya ni está en mi recuerdo.

¿esta historia es la visión del infierno?
¿de qué infierno?
que nadie me haga la pregunta: ¿POR QUË? porque no tengo respuesta...

Ángel de la Vida

Ángel de la Vida Era tarde y el sol llevaba ya escondido tras la penumbra 3 largas horas, volvía tras una larga jornada de... sobrevivir. El deseo de escapar me llevó a tomar un camino distinto por donde encontré gente extraña, dominada por la locura de la oscuridad y cuyas palabras sonaban tan vacías como el silbido del viento en un día de tormenta. Era tarde, la calle se alargaba a cada paso, el color negro inundaba el ambiente. Una voz gritó -¡quédate!- otra voz gritó -¡sálvate!-, empecé a correr más rápido, regresando la mirada cada segundo, cada momento, debatiéndome entre deseos completamente opuestos. Sin embargó una fuerza me impulsó hacia arriba y en el camino de dos sentidos apareció una solución diferente, al mirar hacia arriba todo era blanco excepto un punto negro al fondo... al que me dirijo en el presente con la incertidumbre de si volverá a aparecer mi Ángel de la Vida para hacerme huir de la decisión.