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Tarde de Invierno

Entre senos y cosenos dan las seis, con una radio que en su comercialidad alegra el cielo rayado por nubes alargadas blancas y grises. Un flexo como única bombilla en la habitación lucha con la luz natural que entra por la ventana, creando un ambiente frío en su alegría, y claro en su penumbra. Un reflejo en el cristal de la ventana que oculta esa calle tan grabada en mi retina, donde los pájaros de vez en cuando entran dentro de la imagen para darle un toque diferente cada día. Quién sabe qué sera de este invierno, dónde irán a parar sus incertidumbres, dónde irán a parar sus más infinitos y transparentes deseos de hielo...
No sé ni porqué hay ganas de esconderse en el libro de matemáticas, o entre los parajes del Lazarillo de Tormes, ni siquiera sé qué tiene de especial ese trabajo de tecnología, o el secreto atractivo de las tangencias... Pero si hay algo que tengo claro es que a mi me gusta hablar de ello, no con ello, y eso es lo complicado. Aunque esta tarde de domingo me otorgue un espejismo que se desintegrará poco a poco en esta mente tan inestable para volverse en una gran desesperación...

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