La muerte

Hoy me he despertado pensando en la muerte, pero la muerte sólo había estado soñando conmigo. Soñaba que me mataba, soñaba que me cogía todos mis pensamientos y los pintaba de color gris, y soñaba que me arrancaba el corazón para transformarlo en una bola de cristal. La muerte, que tantos quebraderos de cabeza supone, se manifiesta en mi cabeza y me manifiesto en sus pesadillas. Es una atracción fatal, el gran enigma de mi destino, un imán negativo que atrae mi positividad. Y quiero desearla, para así resolver mi filosofía sin respuesta. Para escapar de una rutina que no es maligna, que es lo relativamente feliz en todo ser humano. No quiero morir por tener razones para ello, quiero morir por no tener respuestas para vivir; no quiero morir por no tener razones para vivir, porque las tengo, quiero morir por ser un simple bicho humano incomprendido; Quiero morir porque he descubierto que sólo somos animales egoistas, tontos, incomprendidos, aislados, solitarios, absurdos, sensibles, incompletos, desgraciados, atormentados, miedosos, débiles... mortales.